MEMORIA VS. ODIO (Balotaje 2023)

 

Semana crucial en el futuro político de la Nación. A días de terminado el último debate entre los dos candidatos más votados de la elección general, no detenerme a pensar y evaluar un “cómo llegamos a esto?”, implicaría un desmedro hacia la Patria misma.

Tantas veces hemos escuchado ese “no me importa”, “no me interesa la política ni los políticos”, “son todos iguales”, “todos corruptos y ladrones” y tantas otras frases, que pareciera que ese argumento inmuniza de responsabilidad a cada uno de los ciudadanos.

Qué decir del tan repetitivo “este es un país de mierda”.

Y porque quizás yo sea una mosca, dado que amo profundamente a “este país de mierda”; o una mona a la “que solo le gusta la banana y permanezco en una jaula comiéndome los piojos como me enseñara mi abuelo” (son algunas frases puestas en las redes para calificarnos), no me permito comulgar con ese intento de desmedro Patrio; por tanto, me detuve a pensar y evaluar.

Veamos… Recientemente se cumplieron 40 años de democracia; ¡esa que nos costó tanto!

Y digo “costo” porque, a pesar del tiempo transcurrido, aún tengo presente mi participación en aquel acto masivo de campaña electoral en el año 1983. El Gran Republicano convocaba a todos los jóvenes en mi querida, y entonces, vieja cancha de Estudiantes de La Plata. Recuerdo el temor latente de épocas recientes entremezclados con la emoción de ser parte de algo nuevo… no sabía de qué, pero estaba segura que nada podía ser peor.

Hoy, ante una madurez democrática tardía del país, trato de entender y me pregunto: ¿Qué nos pasó?

La queja constante, el menoscabo del pensamiento ajeno, la falta de respeto, el desprecio, el odio irracional, el ataque oportunista son, entre otras injusticias, moneda corriente; pero lo más llamativo es que ha traspasado el límite de “lo político”.

En toda Nación y durante todos los tiempos ha habido discrepancias entre los distintos partidos políticos. Gracias a eso se pueden debatir ideas, opiniones, doctrinas, ideologías y pensamientos en busca de un crecimiento intelectual personal y grupal social. Se debate cuando se refuta una opinión ajena; pero para refutar esa opinión primero hay que escuchar lo que el otro dice, y luego “hablar”, intercambiar propuestas, ideas, opiniones.  Siempre en un marco de respeto, no solo del pensamiento ajeno sino, y por sobre todas las cosas, de la persona.

Rememorando la historia en nuestro país siempre ha habido dos grandes partidos políticos enfrentados. Uno de ellos ha dado cabida al nacimiento del otro. La UCR se funda en 1891, hasta que en 1945 un grupo de dirigentes pasa a formar la UCRJR que luego pasaría a formar parte del PJ.

Pero, si bien yo no había nacido y las redes sociales no existían (dato central), por lo que cuentan y dicen, el nivel de rivalidad encontraba ciertas limitaciones propias de la educación de la época y el respeto hacia la persona.

Describir los 40 años de gobierno democrático ininterrumpido de nuestro país haría de éste escrito interminable. Pero sucede que el tiempo parece haber desordenado la memoria de muchos ciudadanos.

La actualidad ha puesto al descubierto una pérdida de memoria alarmante que se agrava ante la carencia de ideologías políticas y de propuestas de gobierno.

Hoy la doctrina política de pensamiento se funda en un odio partidario contra “el peroncho”, que traspasa toda grieta en busca de aliviar ese resentimiento propio.

Y sí… parecen solo palabras, pero aquí mis argumentos:

Todos sabemos que producido el golpe de Estado (1976 – 1983), la dictadura procedió a desatar una política sistemática de terrorismo contra los opositores, que causó decenas de miles de detenidos-desaparecidos, asesinatos, torturas y secuestros de niños y donde los militantes y simpatizantes peronistas fueron uno de los principales blancos.

Posteriormente, en las elecciones presidenciales de 1983, que consagró Presidente al Dr. Raúl Alfonsín, candidato de la UCR, obligó al peronismo a impulsar una fuerte renovación interna, de la cual emergieron dos figuras principales con diferentes enfoques, Antonio Cafiero y Carlos I de La Rioja.

En las elecciones de 1989, el Partido Justicialista gana llevando como candidato a Presidente al Riojano. Su política dividió al peronismo e impuso un desarrollo socio-laboral contradictoria. Por un lado, la población tuvo un amplio acceso al crédito y un fuerte poder de compra internacional, y por el otro aumentó la desocupación, el trabajo informal, la marginalidad y la criminalidad, sobre todo a partir de su segundo mandato, en 1995. El malestar social llevó al surgimiento de un gran movimiento de protestas sociales con cortes de rutas y calles, que fueron conocidas como “piqueteros”.

Durante su mandato fue Ministro de Economía Domingo Cavallo, quien instrumentó el plan económico de estabilidad cambiaria basado en la Ley de Convertibilidad del Austral que fijaba la paridad entre el peso argentino y el dólar: «uno a uno» (¿te suena?).

En las elecciones presidenciales de 1999, el FREPASO (partidos de centro izquierda opositores al riojano) conformó un frente electoral con la Unión Cívica Radical, denominado La Alianza, llevando como candidato presidencial al radical Fernando de la Rúa.

Uno de los hechos políticos más escandalosos del período, fue la sanción de una ley de flexibilización laboral en el año 2000, conocida como Ley Banelco, porque fue obtenida mediante sobornos pagados por el Poder Ejecutivo a varios senadores peronistas, a través de los servicios de inteligencia.

¿Te acordas de la crisis?

Tras el alejamiento del entonces Ministro de Economía Machinea, quien en diciembre de año 2000 había negociado con el FMI un paquete de salvataje de cerca de 40 000 millones de dólares (denominado «Blindaje»), que postergaba pagos de capital e intereses y permitió la fuga de depósitos de los bancos (otra vez: ¿te suena?), se nombró a R. L. Murphy, quien duró apenas dos semanas en el puesto debido al anuncio de una serie de medidas antipopulares, como el recorte de 1962 millones de pesos en gastos de la administración pública, pagar en doce cuotas el aguinaldo a las jubilaciones, eliminar becas y subsidios.

¿A quién llamaron? A Domingo Cavallo. En ese momento el peso de la deuda externa ahogaba al gobierno y aumentaba el déficit fiscal. Los bancos tenían una gran exposición con el gobierno nacional, y la duda de que el estado entrara en suspensión de pagos, alimentaba la posibilidad de una corrida bancaria. ​

Cavallo inició su gestión prometiendo un crecimiento anual del 5 %, rebajar impuestos distorsivos y reanimar la industria que se presentó como "Planes de Competitividad" (al igual que el gobierno de Macri que había prometido liberar el dólar y eliminar el impuesto a las Retenciones al agro y otros, ¿Te acordas?); ​ aprobó el impuesto a las operaciones bancarias y se efectuaron delegaciones de atribuciones del poder legislativo al poder ejecutivo. (En la “tiranía” de Rosas había pasado lo mismo). ​

Sin embargo, los mercados reaccionaron tan mal como los organismos internacionales de crédito. Situación que obligó a Cavallo a dar un giro y presentar su plan de «Déficit cero», con un nuevo recorte general de gastos en la administración pública, el riesgo país continuó en alza, y teníamos la peor calificación de riesgo crediticio del mundo. ​

En noviembre de 2001, Cavallo junto a su equipo económico integrado por Patricia Bullrich, Ministra de Trabajo anunciaron más ajustes. Se aprobó el impuesto a las operaciones bancarias, un recorte del 13 % en haberes previsionales que afectaron a 533 401 jubilados, recortes del 13 % sobre el salario de empleados estatales, y se emitió deuda por 3000 millones.

Bueno… sabemos cómo terminó todo: Para frenar los retiros bancarios, Domingo Cavallo impuso restricciones que implicaban el congelamiento de los fondos depositados en los bancos, medida conocida como el “corralito” y que permitía sólo una retirada de 250 pesos en efectivo semanales, la prohibición de enviar dinero al exterior del país y la obligación de realizar la mayor parte de las operaciones comerciales sin utilizar efectivo.

Las medidas generaron saqueos y desmanes en los puntos más importantes del país, por lo que esa noche Domingo Cavallo y el resto del gabinete pusieron sus renuncias a disposición del Presidente.

El gobierno de De la Rúa cayó a fines de 2001, en medio de la peor crisis económico-social de la historia argentina y masivas protestas populares, severamente reprimidas por el gobierno con casi 40 muertos.

Luego, tuvimos 4 Presidentes en 11 días… hasta que la Asamblea Legislativa acordó el nombramiento de Eduardo Duhalde, (olvidemos la frase en su discurso de asunción) quien se hizo cargo de un mandato que perduró hasta mayo de 2003, cuando Néstor Kirchner asumió como jefe de Estado.

Y aquí parece que vuelve a comenzar otra Argentina. A partir del 2003 el ciudadano, por esas causas inconscientes que el consiente parece obviar, decide perder la memoria.

No son tan lejanas sus políticas de aciertos y desaciertos. Pero justamente son sus políticas las que menos importa.

A lo largo de los años, desde que el kirchnerismo llegó al poder, diversos autores, periodistas y políticos han tenido una mirada crítica sobre el movimiento en general y sobre sus principales dirigentes.

Para los medios masivos de comunicación, con intereses creados, el kirchnerismo dividiría a la sociedad en dos grandes grupos, la «patria» y la «antipatria», tratando a los opositores con desprecio y descalificaciones, quienes a su vez reaccionarían con desprecio y descalificaciones al kirchnerismo, retroalimentando la antinomia.

Sería muy largo explicar los orígenes, las causas y las circunstancias de está enemistad tan agresiva y evidente. Sólo mencionar dos escenarios cruciales que marcaron el quiebre y trascendieron hacia una “grieta” social intencionada: el paro agropecuario patronal del 2008 y la Ley de Medios.

Nada en nuestro país es consecuencia del “nacionalismo”. Todo es producto de un “interés” camuflado en un derecho o bienestar propio. ¿Se acuerdan del productor Alfredo De Angeli? Personaje que se popularizó en aquella protesta del agro. Bueno… ahora es político, dirigente rural y Senador de la Nación desde 2013. Toma ´pa vo. (háblame de meritocracia).  

Lo cierto es que a partir de ésta época germinó la estrategia del odio y el miedo. Los medios han tenido un protagonismo clave, al igual que las redes sociales. La política cimentada en difamar, humillar, agredir, calumniar, injuriar y desprestigiar a personas e instituciones a través de cualquier App que nos permita aliviar nuestros odios, rencores y resentimientos propios mediante dos minutos de una falsa fama, se ha transformado en la campaña oportunista puesta a disposición de cada candidato, según nuestro propio pensar. De ir de denunciar ante la justicia un acto delictivo o corruptivo como le corresponde a cualquier ciudadano, nada. Para qué molestarse, dicen algunos, “si no pasa nada”. Pero en el mientras tanto nos creemos con derecho a insultar y menoscabar el buen nombre y honor de cualquier otro.

¿Qué nos pasó?

Tuvimos un primer debate con cinco candidatos donde se han criticado alevosamente. Han cruzado barreras ideológicas, morales y culturales con palabras, gestos, chicanas y actitudes que, bajo el propósito de lograr los fines (adueñarse del poder y destruir al otro) menoscaban y pisotean las ideologías que les permitieron llegar. Hacen alianzas sin siquiera considerar el pensamiento partidario.

Pero eso parece no importar. La cuestión es lograr el resultado; y el resultado es destruir al kirchnerismo. Pero no a su doctrina o ideología. Es destruir a Cristina y todo aquello que gire a su alrededor. Lo dije alguna vez: Tanto odio hay en muchos que de estar vivo Adolf Hitler lo votarían. Van en busca de un exterminio y no precisamente de ideas.  

Y bien … parece que la historia ha puesto esa posibilidad en el camino.    

Es evidente que no tenemos los mejores candidatos. Pero tampoco nos importa la capacidad de gestión, de mando o de representación de cada uno. Algo no estamos haciendo bien. Basta con pensar que Lilia Adela Bolukalo Lemoine será Diputada Nacional por la provincia de Buenos Aires en el periodo 2023-2027, como para replantearnos nuestras decisiones. Los diputados representar a los ciudadanos y a ellos los elegimos nosotros. O sea, no la puso nadie más que nosotros mismos.

¿Me preocupa?: Sí, claro. Pero mucho más me preocupa la inmadurez ciudadana, el odio latente y la pérdida de memoria.

Hoy tenemos un candidato a Presidente que ha hecho campaña con el latiguillo del “terminar con la casta”, insultando a políticos con los cuales luego se asoció, con una motosierra en mano que ha causado estupor, desacreditando ideas de mujeres o llamándolas imbéciles, tratando de mogólico a un economista, lanzando chicanas y gestos soberbios contra todo cuestionamiento, en fin, infinidad de situaciones que parecen no incomodar a nadie. ¿Por qué? Porque el fin justifica los medios.

Hace unos años (y volvemos a la historia para que el ciudadano recuerde) un prestigioso médico devenido en periodista (o al revés, no lo sé) dijo de la Vicepresidenta en ejercicio: “…Fue interesante escuchar a Cristina Fernández de Kirchner. Siempre es interesante. Interesante no significa que sea bueno, sino que es interesante por la posibilidad de corroborar cosas: su patología, su personalidad patológica y su negación de la realidad”; sin dejar de obviar que oportunamente le había diagnosticado Síndrome de Hubris. Su actuar fue muy criticado por infinidad de especialistas que aseguraron: “El que hizo Castro es un diagnóstico construido sobre la base de prejuicios y no de signos psicopatológicos. Es un mal diagnóstico”. Agregando queSe aprovecha de su título médico para darle legitimidad a su discurso”.

Nelson, ¿Dónde estás? ¿Qué pasoooooo? ¿No me digas que ahora tu ética profesional no te permite evaluar, diagnosticar o juzgar?

Hay infinidad de personajes, los cuales no resistirían archivo. Han proclamado verdades falaces y se han retractado conforme conveniencias. Sin embargo, hoy muchos de ellos advierten y se atreven a manifestarlo diciendo “que es peligroso” o implica “poner en riesgo a la sociedad”; pero, aun así, sabiendo y reconocido los riesgos deciden votarlo (y piden que los sigan) intentando imponer una reflexión que encubra su odio a las moscas, los monos, los cabezas de termo y los peronchos.  

Pero por sobre todas las cosas para aliviarles ese vacío existencia que les provoca una simple mujer que ha cumplido todas sus metas a pesar de muchos, que ha roto y se ha elevado por sobre el techo de cristal que el sesgo machista impone y que al subir a cualquier escenario se planta en sus dos pies y es ovacionada por millones de personas que la consideramos líder. Nada NUNCA cambiará eso. Llegó, lo logró y nos dejó su legado. No necesita cargos, no necesita fueros. A ella la absolvió la historia.

Vos, vota a quien quieras. Nada cambiará la historia, aunque tu memoria te traicione consiente o inconscientemente. Pero el voto del domingo es el futuro de los próximos años y un “que explote todo” no ayuda a nadie; salvo que sólo busques aliviar tu rencor y tu odio.

MEMORIA, SEÑORES, MEMORIA.

 

 

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