COVID-19: GRIETA POLÍTICA & CRISIS ECONÓMICA
Desde hace tiempo, los argentinos transitamos por una
profunda grieta producto de las diferencias ideológicas y políticas.
Hasta hace seis meses (y durante casi cuatro años) el
país se encontraba inmerso en las ideas del Macrismo, movimiento que, como bien
lo mencionó su creador, expresaba y propugnaba el pensamiento de Ayn Rand.
Los principios esenciales expuestos por la filósofa y
escritora rusa que obtuvo la nacionalidad estadounidense, Ayn Rand, consisten
básicamente en el individualismo, la defensa del egoísmo nacional, y el
capitalismo laissez faire;
propiciando que es el único sistema económico que le permite al ser humano vivir
como tal. En consecuencia, rechaza absolutamente el socialismo, el altruismo y
la religión. Sostiene primordialmente que
“cada individuo tiene derecho a existir
por sí mismo, sin sacrificarse por los demás ni sacrificando a otros para sí”.
De la misma forma considera al Estado, por cuanto su
expresión “laissez faire” refiere a
un estado puro separado de la economía y del mercado. “Dejen hacer y dejen pasar, el mundo va solo”, es la frase que
acuñan todos sus seguidores.
No resuenan tan lejanos aquellos discursos que,
amparados en los principios “randianos”
expresaban que “… tenemos que alejar la figura
de que el Estado parezca un aguantadero de la política”. (25/04/2017). O
aquella otra que lamentablemente sentencio “…llenar
la provincia de universidades publicas cuando todos sabemos que nadie que nace
en la pobreza llega a la universidad” (05/2018). O la jugada magistral que
implicó la instalación de contenedores inteligentes para evitar el trabajo de
cartoneros y expulsar a los indigentes de la ciudad capital. O bien, la pronunciada por el propio candidato
a vicepresidente (ahora venido en macrista) que ha dicho sin reparos que “el problema del endeudamiento tiene que ver
con el sostenimiento del gasto de seguridad social“… A las legítimas
jubilaciones se agrega la Asignación
Universal por Hijo (AUH), los planes, plancitos, planeros,
todo lo que se te ocurra. Los planes no serán para toda la vida, la gente
tendrá que buscar trabajo” (Sic).
Ese modo “cambiemita”, conforme lo manifiestan
Vicente-Morresi “de mercantilizar
espacios, sujetos y recursos y de defender una idea de libertad en la que el
sujeto es un individuo proactivo, que tiene que recorrer su propio camino “en
el goce de la incertidumbre” hacia la felicidad (o, agreguemos, hacia la
penuria de la que también será responsable), es una adaptación propia del
neoliberalismo”.[1]
Es cierto que todas estas cuestiones formar parte de
un pasado político no tan remoto. Pero es necesario traerlo a colación para
poder refrescar los hechos y analizar éste presente y las implicancias que
podría generar en un potencial y no muy lejano futuro.
A partir del 10 de diciembre del 2019, los argentinos
hemos dejado atrás un gobierno neoliberal que se cimentó en la desigualdad
social, cultural y económica, producto de una política monetaria que estaba
disociada de la realidad, generando la caída del empleo, desaceleración,
endeudamiento y altas tasas de interés. El fracaso de la gestión, derivado de la
incapacidad política, administrativa y operativa, dejo al país inmerso en
emergencia alimentaría nacional, con cifras record de pobreza, desocupación de
dos dígitos, precarización laboral, desigualdad social, aumento de la
indigencia, caídas de industrias, inflación, perdida del poder adquisitivo,
riesgo país que supero los 2.300 puntos y endeudamiento imposible de cumplir. (Nace
un nuevo concepto: Reperfilamiento de la deuda). La decepción y el desencanto
enmarcaron el clima social.
La llegada de un gobierno popular ha impulsado el
optimismo social que, sin anticiparse a los acontecimientos, comprendieron la
gravedad de la situación y concedieron plena confianza al presidente electo. La
disconformidad a partir de ese momento, trasmuto a la clase alta, quienes, de
acuerdo a las políticas anunciadas, verían condicionada sus expectativas de privilegios
y diferencias y, por ende, de ganancias.
Pero de golpe y sin quererlo, en plena grieta política
argentina, el mundo se detiene. Lo impensable e improbable, que nada sabe de
clases, religión, sexo, edad o nacionalidad, nos sorprende, obligándonos a
repensar y cambiar nuestro tiempo.
Y entones, como un acontecimiento salido de la
realidad, aquel Estado individualista y marginal, producto del gobierno
neoliberal saliente, se vio obligado a transformarse rápidamente y reafirmarse
bajo los principio de un Estado popular Presente.
Los acontecimientos y la emergencia mundial tornaban
necesaria y urgentes las decisiones.
A pesar de la crisis económico-social, y en un acto
prudente, juicioso y reflexivo, el flamante gobierno popular que en un abrir y
cerrar de ojos transfiguro la imagen del Estado, decide privilegiar la salud
sobre la economía. Se hace lo que se debe hacer y se hace en tiempo y forma,
conforme los recursos habidos.
Sin duda, aquellas palabras pronunciadas por el
Presidente quedaran en la historia: “Una economía que cae siempre se levanta.
Una vida que se termina no la levantamos mas.”
El Aislamiento Social se hace obligatorio y el
#QuedateEnCasa parece ser la única herramienta posible para evitar un contagio
masivo y otorgar el tiempo necesario para prepararse ante lo inevitable.
En este marco y con un país literalmente “parado” de
toda actividad productiva (pública y privada), las consecuencias
socio-económica irremediablemente se vislumbrarían a corto plazo. A éste cuadro, debe sumarse el vaciamiento en
las arcas del estado, la deuda publica con acreedores privados, organismos
internacionales de crédito (principalmente el FMI) y con entidades públicas.
Las carencias se hacen visibles y como en todas crisis
se evidencia la falta de protección social, el deterioro de los sistemas
públicos de salud y la desigualdad de la región.
El Estado debe acompañar y resolver. No hay crisis ni
privilegios ante una pandemia. Y como un Estado PRESENTE Y PROTECTOR entiende
que el Ciudadano, su salud y bienestar, es prioritario.
Frotando la lámpara de Aladino, el socorro económico
se anuncia y se hace por etapas, priorizando a los más necesitados. Igual,
siempre es cuestionado.
Qué poca memoria tenemos! Hace un año enfrentábamos
una crisis económica producto de “una
sumatoria de cosas” y para lo cual se habían tomado “un montón de medidas”. Pero ese “montón de medidas” no nos permitió cumplir la meta inflacionaria,
dejar de endeudarnos, multiplicar las inversiones ni evitar la fuga de
capitales. Por el contrario, debíamos seguir soportando tarifazos, aumentos,
inflación, despidos y pobreza. Eso si, con alegría porque era cuestión de “cruzar el rió”, “remarla un poco más” y “trepar
el Aconcagua”. (Triatlón Macrista).
Y es en éste punto dónde me pregunto ¿Qué hubiera
hecho un gobierno neoliberal latinoamericano para enfrentar y superar una
pandemia? Más aún, ¿Qué hubiera hecho, a sabiendas que la población más vulnerable
de contagio y muerte son personas mayores y que, conforme sus principios,
constituyen un gasto para el estado?
No necesitamos hacer un análisis profundo. Con dirigir
superficialmente nuestra mirada al
primer mundo y los estados desarrollados vemos los cambios radicales obligados
a aplicar ante los acontecimientos. No es lejana la frase de Boris Jonson “Algunos morirán, es doloroso pero es así.
Queremos que los británicos desarrollen inmunidad”. Y sin necesidad de
cruzar el océano tenemos al Presidente de Brasil que ha demostrado con claridad
que da prioridad a la economía por encima de las medidas de aislamiento: “Va a morir gente, lo siento, pero no
podemos parar una fábrica de autos porque hay accidentes de transito”,
expresó.
Lo cierto es que, haciendo una introspección de
nosotros mismos, las ideologías políticas y culturales caen y sucumben ante la
perdida de privilegios. El “negro
choriplanero” y el “troll macrista” se potencian mediante la violencia y
agresión verbal, pero agonizan ante una crisis sanitaria que no respeta clases.
Al gobierno se le pide y se le reclama sin distinción.
Unos por no tener. Otros por no perder. Y en éste tira y no afloje del
pretender obtener del estado para tener y no perder, la solidaridad queda
ampliamente relegada y aislada.
Nos olvidamos que El Estado somos TODOS y no el
gobierno de turno.
Nos olvidamos que se ha priorizado la salud nacional y
que eso tiene un costo.
Nos olvidamos que el estado no tiene recursos propios
y que no puede dar lo que no genera.
Nos olvidamos que la incertidumbre laboral y económica
nos abarca a todos.
Y en ésta
cadena de olvidos, producto de la perplejidad de la situación, preferimos poner
en peligro nuestra salud, la de nuestros padres, hermanos, abuelos, hijos y/o
amigos, que a perder los privilegios. Por ende, pedimos se anule el aislamiento
social obligatorio. No tememos enfermarnos; tememos perder lo que tenemos.
No desestimo la falta de recursos económicos para poder
subsistir. En éste aspecto estamos
todos preocupados. La incertidumbre del “hasta cuando” nos genera
inquietud y nerviosismo. Pero sucede que los reclamos no provienen de los
sectores más vulnerables y marginados, los cuales están acostumbrados a padecerla,
sufrirla y buscar en la calle el alimento diario. El pedido es de comerciantes
y grandes empresarios que, especulando, procuran obtener mayores beneficios
sociales, reducción de sueldos y suspensiones masivas de personal,
condicionando el abastecimiento de productos. La Argentina del sálvese
quien pueda y del individualismo social.
Obviamos de sobremanera el panorama mundial a nivel
sanitario, económico y social. Todos los sectores, de todos los países, de
cualquier clase, se encuentran afectados e inmersos en una crisis económica,
financiera y empresarial considerada la más grave desde la Segunda Guerra
Mundial.
Pero nosotros seguimos empeñados en responsabilizar a
un gobierno que llegó con una crisis mayor a la del 2001 y que tuvo que
enfrentar una pandemia mundial sin recursos.
Todas las medidas que se adopten son escasas. Pero
desvirtuar el comportamiento del actual gobierno ante tamaña crisis, es menoscabar
una gestión que, apremiado por el tiempo, sin posibilidad de error y bajo consecuencias
económicas nefastas, actuó con decisión y en miras a beneficiar la salud de
todos.
Quienes pretenden impulsar la grieta hablan hoy de
productividad, inflación, emisión, fuga de capitales, bancos, dólar, riego país
y tantos otros conceptos intentando desvalorizar la gestión. No se habla de
enfermos, contagiados, muertes y recuperados. Tampoco hablamos de médicos,
científicos, enfermeros, policías, bomberos y tantos otros. Solo descargamos
nuestras culpas saliendo a aplaudir, pero percibimos la hilacha de las miserias
humanas cuando no los queremos viviendo en el mismo edificio.
Seguramente como a cualquier gobierno se lo juzgará y
sentenciará por el crecimiento económico que pueda producir comparándoselo con
países vecinos. Debiéramos tener presente, en ese momento, cual fue la herencia
recibida y las implicancias económicas y sanitarias a la que una pandemia
obliga cuando se prioriza el cuidado del ser humano.
Al igual que el virus Covid-19, la crisis económica
llegó para quedarse. No superaremos ni una ni otra si no es pensando en todos y
ayudándonos entre todos. Seamos participes de nuestro destino dejando el oportunismo
partidario de lado. #QuedateEnCasa.
[1] Martin Vicente – Sergio Morresi. El ocaso del
machismo. Entre liberalismo y neoliberalismo. Nueva Sociedad. https://nuso.org.-
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